Aunque normalmente tenemos bastante claro si nuestro pelo está dañado porque suele ser bastante evidente, las señales inequívocas de que “el cabello necesita urgentemente un tratamiento reparador y una fuente inmediata de nutrición”, son las siguientes: “falta de hidratación, ausencia de brillo y, sobre todo, que las fibras del cabello se están empezando a partir y se quiebran por sí solas”.
Con un buen tratamiento reparador y los productos adecuados, suele ser posible restaurar el bienestar del cabello, pero a veces no queda otra alternativa que cortar por lo sano.
¿Reparar o cortar el cabello?
Esa es la cuestión. Cuando el pelo se muestra dañado y sin vida, nos suele entrar la duda de si de verdad es necesario darle un buen corte -o al menos sanear las puntas- o si todavía estamos a tiempo de recuperar su salud con algún producto de tratamiento. Si bien la primera solución es más inmediata, la segunda es más factible de lo que imaginas (salvo en casos muy extremos), pero requiere un mayor compromiso por nuestra parte. En otras palabras, no es que los cosméticos reparadores ‘no funcionen’, es que probablemente no los estamos aplicando de la manera adecuada ni con la asiduidad necesaria para ver una mejoría notable.
¿Hasta qué punto es posible reparar el pelo dañado?
Hoy en día existen tratamientos muy efectivos, pero dependiendo del estado del cabello, quizá no sean capaces de recuperar al completo la fibra capilar. Desde el salón de peluquería apuntan que podemos reparar hasta un 80%, un porcentaje que variará según su estado inicial, “por ejemplo, en los cabellos rubios, que suelen ser los más dañados, la clave de que luzcan sanos y con brillo es el cuidado desde casa, al que tanto énfasis le damos siempre”, indican. Pero, ¿cuándo es demasiado tarde? En efecto, puede llegar a un punto en el que la melena está tan deteriorada que no hay nada que podamos hacer, será cuando “su textura sea tipo gomosa, que se estire y se parta, es ahí donde la única solución sería cortar”, afirman los expertos.